lunes, 13 de febrero de 2012

Efectos secundarios

Era increíble. Todavía faltaba casi una semana para la fatídica fecha y ya habían empezado a bombardearla con los dichosos mensajes por correo electrónico. Le ofrecían descuentos en billetes de avión, escapadas románticas, cenas a la luz de las velas… Eso sí: todo para dos. ¡Maldito dígito que antes le parecía perfecto y ahora, una crueldad! En eso iba pensando cuando entró en el portal. Absorta en sus cavilaciones, recorrió los pasos que la separaban del ascensor y echó una mirada rápida al buzón.

Ahí estaba. Aquel sobre de color escarlata, que tanto habría ansiado recibir en otras circunstancias, la observaba desde aquella caverna oscura. Lo cogió con cautela, como si pudiese estallar en cualquier momento, y recorrió con los dedos los trazos de esa caligrafía que siempre le había gustado. No sabía qué hacer. A él le había prometido que no lo abriría hasta el día 14, pero ya no estaba segura de que tuviese sentido leer las palabras que contenía. Al fin y al cabo, todo había terminado. Finito

Se había acabado, pero eso el cartero no lo sabía. Por eso había dejado aquel sobre del color de la sangre en el buzón, aquel pedazo de papel coloreado que se le clavaba en lo más hondo de sus entrañas. Mientras subía en el ascensor, barajaba sus opciones. Había una vocecita en su cabeza que no callaba. ¡Ábrelo, ábrelo, ábrelo, ábrelo, ÁBRELO! Y, sin embargo, estaba segura de que lo único que iban a conseguir las palabras que él había metido allí dentro era arrancarle las lágrimas de nuevo.

Entró en casa, se dirigió a su habitación, cogió la caja de lata que reposaba en lo alto de la estantería, la abrió y metió el sobre dentro. «Hasta que sepa qué hacer contigo». Y se echó a llorar, quizá de alivio. ¡Maldito cartero que había osado dejar aquella bomba cruel en la cueva de su buzón! Hacía un par de días que le habían amputado una parte de su ser y ahora se enfrentaba a los efectos secundarios, como aquella carta del demonio. Fue a la cocina, abrió el armario y se llevó la tableta de chocolate que reservaba para las emergencias a su cuarto. Iba a consultar el correo electrónico; mejor estar preparada…

Salud y suerte

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